Una tarde, mientras caminaba por las tranquilas calles de su finca, el rico empresario Henry vio a un perro callejero que lo observaba atentamente. Alrededor de su cuello colgaba una vieja llave oxidada y, cuando la miró más de cerca, el corazón de Henry dio un vuelco: esta llave era idéntica a una de la colección de su familia, una reliquia que guardaba en una caja fuerte.
Intrigado, se arrodilló para examinar el collar del perro y notó una dirección grabada que no reconoció. La curiosidad lo invadió y decidió seguir el rastro. El perro lo guió por calles sinuosas y finalmente llegó a una propiedad oculta y abandonada hace mucho tiempo con una cerradura que encajaba con ambas llaves. Cuando Henry giró la llave, descubrió una habitación llena de cartas y artefactos de sus antepasados, que revelaban conexiones con una historia familiar que nunca había conocido.
Y allí, a su lado, estaba sentado el perro callejero, como si hubiera estado esperando todo el tiempo para guiarlo hacia este descubrimiento. Henry decidió adoptar al perro y lo llamó Chance, agradecido por la inesperada amistad y el misterioso viaje que había transformado su vida.